Es indiscutible que Amazon se ha convertido en el gigante del ecommerce y de los marketplaces, al menos en Occidente. Para los vendedores, su alta competitividad interna no hace fácil conseguir una venta, ni son atractivas sus elevadas comisiones. Sin embargo, muchos comercios deciden apostar por Amazon gracias a la facilidad de uso y las opciones de publicidad y promoción que ofrece. Además, permite olvidarse de la logística y de las mecánicas de pago, contando que Amazon es el marketplace más popular desde hace años. De hecho, según el estudio de Tandem Up de 2020, el 87% de los compradores han realizado pedidos a través de Amazon, y el 82% de los usuarios han buscado información sobre productos directamente en la plataforma.
Amazon, poco a poco, ha apostado por nuevas líneas, como la de la venta de la alimentación y bebidas o la industria audiovisual, con su plataforma Amazon Prime. Y hace poco comprobamos su apuesta por el entorno tangible con el Dash Cart, una cesta de la compra que incorpora la inteligencia artificial para facilitar su proceso, y que estará disponible en California este mismo año. ¿Son estos los primeros indicadores de un paso definitivo hacia la venta física? Con este salto, entraría en competición directa (y muy amenazadora) frente a los retailers, ya no sólo en el entorno digital.
En definitiva, el imperio de Jeff Bezos continúa devorando el ecosistema. Una estrategia que puede tropezar con el tope de algunas leyes (y de hecho, convendría!), Pero que, en cualquier caso, seguirá condicionando de manera determinante el futuro del comercio global.
